sábado, 1 de mayo de 2010

El hippie en el mundo

Aunque este movimiento fue de origen estadounidense, se expandió dentro de la globalización general de la subcultura juvenil rebelde de los sesenta. En Estados Unidos la subcultura se expandió sobre todo a partir de 1966 y 1967 desde su origen californiano hacia el este del país, y después llegaría a Europa, América Latina, y Oceanía.

Cuando se declaraba el fin de los hippies en Estados Unidos a comienzos de la década de los setenta, en algunas partes del globo recién llegaba la influencia hippie. Así mismo en muchos casos como paso en Estados Unidos a fines de los sesenta mucha gente tomo esta influencia en forma superficial ligada a una estética de ropa o a escuchar rock y estar en fiestas o usar drogas.

En América Latina, por ejemplo, está la escena “jipiteca de México de los setenta. En ese país se dio el Festival de Rock y Ruedas de Avándaro en 1971 o como se lo ha llegado a llamar el "Woodstock" mexicano.

En Chile se realizo un evento similar, el Festival de Piedra Roja en 1970.

Algunos hippies decidieron comenzar a viajar por varias razones. Así es famosa la aparición en los setenta del hippie trail o el camino hippie. Usando varias formas de reducción de gastos muchos hippies se decidieron a tomar largos viajes a través de Estados Unidos o inclusive el mundo. Una ruta muy popular fue una que comenzaba en Europa ciudades como Londres o Amsterdam. Después Luxemburgo, y posteriormente Estambul, Teherán, Herat, Kabul, Peshawar, Lahore y finalmente Katmandú o la isla de Goa en la India. Katmandú todavía tiene una calle conocida como "Freak Street" en memoria de los miles de hippies que pasaron por allí. Otros continuaban a India, Sri Lanka, y en algunos casos Australia y Nueva Zelanda.

Las motivaciones para estos viajes eran muchas. En el caso de lugares como la India lo que se buscaba era algún encuentro espiritual o el conocer mas las practicas religiosas-espirituales orientales. Otras como Londres o Amsterdam eran escogidas por su vibrante vida bohemia, artística y underground. Ciudades como Katmandu eran escogidas por el hecho de que el consumo de drogas era prácticamente legal allí.


Hippies en Argentina

En 1969 llegaron a El Bolson (Río Negro, Patagonia Argentina) los primeros “hippies”, inspirados por los originales hippies que pelearon contra la guerra de Vietnam en EEUU. En El Bolson, se trató de un grupo de personas que deseaba practicar la convivencia con la naturaleza planteándolo como un rechazo a la progresiva industrialización, guerras y capitalismo extremo que se observaba en el mundo y se observa hoy.


El Bolson, paraíso natural, representó para estos viajeros la energía que los motivaba. Llenos de entusiasmo y con sentimientos puros, descubrieron cada mañana los rayos del sol que coronan las montañas, los bosques, los senderos, los lagos y los ríos.

Intentaron establecer una comunidad con mucho empeño.

Según el escritor local Matamala: “La idea original que los movía era la convivencia en grupo y llevar adelante el amor a la naturaleza, la comunidad de intereses y volver a la tierra, el autoabastecimiento y la paz interior”


Los paisanos, primero pobladores de El Bolson, se “ajiparon” y los hippies se “apaisanaron”: Era común ver a un gaucho con collares coloridos y el pelo muy largo. O a un Hippie con un poncho de gaucho, botas de campo y sombrero. Un dicho muy popular de los criollos por aquel tiempo era: “Se me ajipó el hijo” (expresión que justificaremos con un documento de 1968 en la próxima entrada).


Bibliografía: http://www.bolsonweb.com/hippies.html

Mi hijo es hippie (carta de una madre argentina)

Me da miedo pensarlo. Mi hijo usa el pelo muy largo y una barba tan imponente que más de una vez sentí el secreto deseo de pedirle permiso para sentarme a la mesa.
Porque mi hijo no es estudiante de Derecho, como lo fueron su padre y su abuelo.
Mi hijo no es un empleado con futuro como hay tantos de su edad por ahí. Mi hijo pinta, canta y dice cosas que no termino de entender.
Mi hijo es hippie.
Mientras yo escribo esta carta, él estará seguramente con una flor entre las manos hablando de la paz con alguien como él, lo cual no me parece mal del todo porque la paz es la paz, y no hay vuelta que darle, pero nunca creí que para hablar de ella sea necesario todo un rito. Por ejemplo recuerdo que vino hace cosa de una semana y mientras se sacaba las botas que se niega a limpiar desde hace mucho, me dijo: “Mi amigo y yo estamos en la montaña. Yo iré a ayudar a mi amigo y él dejará que lo ayude. Luego nos iremos los dos en una balsa adonde nadie llegue, los dos solos para honrar nuestro amistad y nuestro mundo”. Yo interpreté algo mal la cosa con toda seguridad, porque le tiré una pantufla diciéndole que nunca pensé tener un hijo así y asá, y que yo siempre soñé con un hombrecito total y no con un... bueno, esas cosas que se dicen cuando se está nervioso.
Eso pasó, y al tiempo lo escuché cantar algo que decía que tenía que conseguir mucha madera, que tenía que conseguirla de donde sea y yo qué sé qué otras cosas más. Me puse muy contenta porque imaginé que de una buena vez por todas se había decidido a trabajar y que los hippies no eran tan vagos, después de todo, ya que querían ser carpinteros, lo cual no es demasiado, pero bueno. Cuando me acerqué sonriente con un manojito de maderas de cajón de manzana que había en la cocina lo encontré sentado en el suelo de su habitación como Buda y cantaba que la madera la quería para una balsa con la que se iba a ir a navegar. Me parece que hice un gesto bastante estúpido cuando un poco dudando y sin decirle palabra le alargué el manojito de maderas. El me miró como perdonándome por algo y siguió cantando: “Estoy muy triste y solo acá en este mundo abandonado…”. Y yo, muy dulcemente también, le di un maderazo en la cabeza.

(Victor Sueiro, Revista Atlántida, junio de 1968).

Bibliografía:
http://www.taringa.net/posts/info/1614232/Mi-hijo-es-hippie-_carta-de-una-madre-argentina_.html